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Es necesario respetar a las personas mayores como protagonistas de sus vidas, más adelante por su pasado: sus historias, elecciones y decisiones. En ese tema hay toda una vida, un mundo singular con elecciones, emociones, acciones, arrepentimientos, honores. Finalmente, una ascendencia que tiene que ver con el envejecimiento.
Por Renata García Belfort
«Empezamos a envejecer cuando nacemos». Esta frase me impactó mucho (positivo) durante el curso Fragilidad en la vejez, realizado recientemente. Comencé a observar con más cautela, discernimiento y claridad a los que tienen entre 60 y 90 años que me rodean, así como mis elecciones de vida.
Durante este proceso, a menudo me venía a la mente el sentimiento de nostalgia y los recuerdos de la infancia, considerando que pasé mi infancia en torno a mis abuelos, tíos abuelos y tías abuelas, lo que hizo posible un contacto intenso con los ancianos.
En ese momento, en reuniones con un anciano, sobre todo con la madrina española de mi madre, era posible sentir mi ascendencia de una forma muy intensa. Cada frase a la portunhol de mi tía Carmen fue la expresión de la fuerza femenina necesaria para superar obstáculos y situaciones nuevas, siempre con determinación en sus frases y con una mirada de cariño. Siempre estaré agradecido por entrenar mi comprensión auditiva y oral en el idioma español, que pude reconocer solo después de su muerte.
De niña, también me encantaba escuchar historias sobre sus acciones caritativas y la amabilidad de mi bisabuela libanesa para ayudar a las instituciones de asistencia a los necesitados, haciendo que su trabajo voluntario frecuente fuera reconocido por las agencias municipales que la premiaban por su honor con una calle en su nombre en Vila Mariana en la ciudad de Sao Paulo. No tuve el honor de conocerla, pero traigo a mi imaginación la personalidad de una mujer fuerte que tuvo una bondad que trascendió su alma. Heredé su nariz con rasgos libaneses y su aprecio por el babaganoush.
El encuentro de generaciones con mis abuelas permite ver un pasado en interacción con el hoy que, además del necesario respeto por las posibles limitaciones físicas y / o emocionales que manifiestan, es necesario respetarlas como sujetos con poder decisivo.
Me di cuenta de que el curso no solo actuaba en el ámbito profesional, sino también en mis relaciones familiares. Pude ver a mi abuela más allá de la dulce dama de ojos azules y empezar a verla como la mujer garra de ojos calmantes. La que “se despertó con el gallo” para ir al campo y luego trabajar de sirvienta en los cafetales. Y que luego llegó a la capital a construir su espacio con mucho sudor. Comencé a reconocerla por su pasado, a darme cuenta de que hoy escribo solo por las decisiones que tomó en el pasado.
Cuando miro tu pasado, me doy cuenta de que no debe ser desinteresado ni olvidado. Por eso hago hincapié en la importancia de mantener a mi abuela como autora de su historia y de las decisiones que ella cree que es mejor para ella. En este proceso de estimulación, fue posible realizar uno de sus sueños incumplidos: viajar en avión por primera vez y a la edad de 90 años.
Es necesario, entonces, en primer lugar, respetar al anciano como protagonista principal de su vida, luego por su pasado: sus historias, elecciones y decisiones. Entonces podemos ver que en ese tema hay toda una vida, un mundo singular con elecciones, emociones, acciones, arrepentimientos, honores, etc.
Así, es posible trabajar los diferentes niveles de autonomía, discernimiento y poder de decisión de las personas mayores, respetando sus limitaciones y permaneciendo observando posibles cambios y / o manifestaciones de diferentes comportamientos en la vida diaria de las personas mayores.
Los ancianos como precursores de su historia
Volviendo al anciano como precursor de su historia, se vuelve aún más rico y emocionante pensar que en un futuro próximo habrá una nueva generación de ancianos. También habrá desfragmentación de los estereotipos de viejos o ancianas con vestidos de lunares, o incluso si se mantienen, pero la vejez de hoy no será la misma dentro de unos años. Cada generación de ancianos será una novedad.
No serán las mismas canciones de “José Rico e Milionário” que escuché en la grabadora de mi abuelo, pero tal vez será mi madre mostrando a sus nietos videos del show de Queen en el primer Rock in Rio en 1985, transmitiéndola valores, historias y elecciones del pasado. De esta forma se explica por qué creo que es necesario buscar nuestra ascendencia para trascender y encontrarnos con lo nuevo.
A la vista de todos estos hechos y todos los recuerdos de las personas mayores con las que ya me he relacionado, las que han sido o con las que aún tengo la gracia de estar, mi ascendencia siempre ha estado presente y, dentro de la Fragilidad en la Vejez. Por supuesto, lo percibí como una parte importante de mi Ser y esencial en mi proceso de envejecimiento, individualización o como preferir nombrarlo.
Renata García Belfort es psicóloga. Texto elaborado en el curso Fragilidad en la Vejez: Gerontología Social y Servicio de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo (PUC-SP), en el segundo semestre de 2017. E-mail: renatabelfort90@hotmail.com. Imagen de portada: película de animación “Moana: Un mar de aventuras”, dirigida por Ron Clements, John Musker, quien cuenta la historia de Moana en busca de su ascendencia.