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La vejez es la última etapa del ciclo de vida de un individuo. Los cambios psicomotores y la disminución de la capacidad cognitiva son absolutamente normales.
Es común asociar la vejez con pérdidas y duelo, porque es en esta etapa en la que nos enfrentamos más a la muerte de amigos cercanos y familiares y esto nos pone en contacto con nuestra propia finitud. Es por eso que la idea del envejecimiento conlleva una visión pesimista y mucha gente entiende que lo único que queda es dejar ir la vida y esperar su propio final.
Sin embargo, a lo largo de los siglos, los cambios demográficos han hecho posible una discusión optimista sobre la vejez. Envejecer ya no es sinónimo de enfermedad, ya que está comprobado que es posible envejecer sano.
Con una población en aumento que llega a los 60 años, surgió la necesidad de una nueva adaptación en la salud pública, lo que obligó a los gobiernos a invertir en la prevención y control de patologías.
El proceso de envejecimiento depende de factores psicosociales, económicos, culturales y políticos, es decir, las personas envejecen de diferentes formas y debemos considerar que existen condiciones que favorecen el buen o mal envejecimiento.
En la senescencia, proceso de envejecimiento considerado normal, puede haber pérdidas cognitivas, sin embargo, no podemos considerar estas pérdidas como una interferencia en la capacidad del anciano para realizar las actividades diarias.
Es común que las personas mayores experimenten una velocidad de procesamiento de datos reducida y cambios en áreas como la memoria, la atención y las funciones ejecutivas.
En las últimas décadas, se han utilizado muchas denominaciones para hacer frente a los cambios cognitivos resultantes del proceso de envejecimiento. Comenzando con Esquecimento Senil Benigno, 1962, hasta la clasificación actual del DSM-V, Trastorno neurocognitivo que, según las especificaciones, puede ser un deterioro cognitivo leve o mayor.
El término más utilizado y recomendado por la Academia Brasileña de Neurología es Demencia en la Enfermedad de Alzheimer para reemplazar el término Deterioro Cognitivo Leve (CCL). Ambas denominaciones están dentro de un límite entre normal y patológico.
Por tanto, no cunda el pánico, es parte del envejecimiento normal, la senescencia, los cambios tanto en la velocidad de adquisición y retención de nueva información, como también una disminución en su capacidad de almacenamiento y una reducción considerable en el procesamiento de datos.
Esta reducción es el resultado del proceso de envejecimiento de las células que pierden su capacidad de dividirse y renovarse, lo que hace que disminuyan las sinapsis cerebrales, así como el tamaño y el peso del cerebro.
En esta etapa, las quejas más citadas son el olvido y el anciano teme desarrollar demencia que pueda comprometer su calidad de vida. Por ello, un diagnóstico mal explicado o mal interpretado puede desmoronar el mundo de los ancianos. Esta es una de las razones que me motivaron a escribir el libro “Alzheimer, Identificar, Cuidar, Estimular. Actividades y prácticas para aplicar al día a día ”, lanzado el pasado 30 de septiembre, en São Paulo.