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La orientación de la práctica de la fisioterapia debe darse tanto al paciente como al responsable de la misma. El familiar debe ser consciente de que no somos “fuentes de la juventud”, nuestro objetivo es mantener el cuerpo.
Joyce de Moura
Los factores que llevan a una persona mayor a trasladarse de su entorno familiar a una Institución de Cuidados de Largo Plazo para Personas Mayores (LTCF) son variados, desde la propia elección hasta la imposición familiar. Las condiciones de vida y de salud de estas personas mayores varían entre independencia, dependencia parcial y dependencia total para el desempeño de las actividades de la vida diaria (Silva, Comin, Santos, 2013).
La opción por la institucionalización se da por necesidad, no siendo la primera opción de atención, sino la última, porque, a pesar de tantos avances en las políticas y debates sobre la atención a las personas mayores, las instituciones de atención de largo plazo para las personas mayores siguen siendo vistas como lugares abandono y pérdida del vínculo familiar.
A menudo, la familia y los cuidadores no están preparados, no están disponibles o están saturados de esta responsabilidad, pudiendo presentar un cuidado inadecuado o descuidar a los ancianos.
Los ILPI tienen como objetivo garantizar la atención integral a las personas mayores de 60 años, defendiendo su dignidad, sus derechos (Silva, Comin, Santos, 2013).
La persona mayor aún permanece desprotegida, por eso también hay que pensar en acciones de prevención y rehabilitación, que son fundamentales para atender a este público. Se hace necesario crear programas de asistencia que brinden una mayor integración social y la optimización de la capacidad funcional, resultando en una mejora en la calidad de vida de las personas mayores y sus familias (Francinlli, 2007).
Fisioterapia en el LTCF
La fisioterapia es la ciencia que estudia, diagnostica, previene y recupera a los pacientes, tiene como objetivo preservar, mantener, desarrollar o restaurar la integridad de órganos, sistemas o funciones promoviendo mejoras.
El médico solicita o el familiar sugiere que el paciente se someta a fisioterapia, cuando tiene algún problema físico, que puede ser dolor, disminución del movimiento y fuerza muscular, trastornos de la marcha.
Observo y trato al paciente como un todo, no puedo segmentar, cuidando una rodilla, un tobillo o una muñeca (hipótesis diagnóstica). El dolor localizado en la región mencionada puede provenir de una postura o prácticas adquiridas durante el proceso de envejecimiento.
Asisto, como fisioterapeuta, en una institución privada de larga duración, noto cuánto la fisioterapia es valorada por los familiares como un beneficio para la mejora del anciano.
El rol del fisioterapeuta, que se propone rehabilitar al anciano, según el enfoque gerontológico, aborda 3 puntos clave: su potencialidad, sus heterogeneidades y sus especificidades, pudiendo correlacionar sus funciones físicas, cognitivas, emocionales y psicosociales, trabajando no sólo en posponer la instalación de discapacidades fisiológicas derivadas del envejecimiento, pero también en el área preventiva, actuando con las pérdidas óseas y musculares de enfermedades crónico-degenerativas, como las demencias (Kato y Radanovic, 2007).
Según Schimidt y Silva (2012) la percepción y comprensión de los ancianos, dementes o no, interfiere directamente en la forma de atenderlos y tratarlos; sólo con esta conciencia se pueden desarrollar programas de formación en rehabilitación que tengan como objetivo mejorar su calidad de vida y revisar actitudes paternalistas o autoritarias, que inhiben la autonomía e independencia de las personas mayores.
La orientación de la práctica de la fisioterapia debe darse tanto al paciente como al responsable de la misma. En una situación yo estaba atendiendo al paciente, de 90 años, y él realizaba los ejercicios más lentamente, debido a sus limitaciones. Su hijo, no satisfecho, se detuvo frente a su padre y llamó su atención para que pudiera realizar los ejercicios con más agilidad y rapidez, todos esos movimientos “tan sencillos y fáciles”.
La falta de orientación para los familiares, la no explicación de la actividad propuesta, con individuos que tienen limitaciones en su condicionamiento, implica situaciones desagradables como lesiones y desanimo al paciente. El familiar debe ser consciente de que no somos “fuentes de la juventud”, nuestro objetivo es mantener el cuerpo.
El ejercicio puede provocar reacciones secundarias en función de las características genéticas, constitucionales de quien lo realiza y de las condiciones ambientales que implican su ejecución. El uso en la práctica médica y paramédica debe analizarse siempre bajo el aspecto riesgo-beneficio, es decir, cuando esté indicado, debe prescribirse en condiciones ideales, con el objetivo de brindar beneficios preventivos o curativos. Cabe señalar, sin embargo, que si se practica de forma inadecuada en cuanto a tipo e intensidad, frecuencia o duración, el ejercicio puede provocar una serie de reacciones secundarias, desde las más sencillas hasta las más graves. Cuando el entrenamiento es adecuado, siempre trae beneficios, incluso si estos no son evidentes o fácilmente cuantificables (Gallo Jr., L. et al, 1995).
Según Azevedo, et al. (2006) las personas involucradas en la actividad física en la adolescencia tienen más probabilidades de ser físicamente activas durante el ciclo de vida.
Creo que la práctica de alguna actividad física a lo largo de la vida facilita la disposición a realizar los ejercicios dirigidos al paciente, lo cual no es una regla. Puede optar por no hacerlo, porque ha hecho muchas cosas en su vida y ese es su verdadero interés, no hacer nada.
Los ejercicios y actividades propuestos que realizamos con cada individuo se realizan de acuerdo con la evaluación y condición del individuo. Respetando también cuando no se siente cómodo para realizar lo que se propone, no obligándolo a someterse a fisioterapia cuando no hay interés, sea momentáneo o definitivo.
Referencias
Azevedo, MR, Araújo-Jr. CLP y Pereira, FM (2006). Actividades físicas y deportivas en la adolescencia. Ver sujetadores. Educ. Phys. Esp, 20 (1), 51-58. Disponible el: 1 de junio de 2014.
Brasil (1996). Ministerio de Bienestar y Asistencia Social de Brasil. Plan de acción integral para el desarrollo de la Política Nacional de Mayores. [on line] Francinlli, Sandra Elizabeth y otros. La modalidad asistencial Centro de Día Geriátrico: Efectos funcionales en seis meses de seguimiento multiprofesional. Ciencias de la salud colectiva
2007, vol. 12, n. 2.
Gallo Jr y col. Actividad física: ¿“medicina” científicamente probada? La tercera edad, n. 10, 34-43, julio de 1995.
Kato, EM, Radanovic, M. Fisioterapia en demencias. São Paulo: Atheneu, 2007.
Schimidt, TCG, Silva, MJP Percepción y comprensión de los profesionales de la salud y estudiantes de pregrado sobre las personas mayores y el envejecimiento humano. Rev. Esc. Enferm. USP, vol. 46, n. 3, pág. 612-7, 2012.
Silva, JDA, Comin, FS, Santos, MA Ancianos en establecimientos de cuidados de larga duración: desarrollo, condiciones de vida y salud. Psicol. Reflejo. Crit. vol. 26, n. 4, Porto Alegre oct./dic. 2013.
Joyce de Moura – Fisioterapeuta. Texto presentado en el curso Fragilidad en la vejez: gerontología social y cuidado, impartido por la PUC-SP, en el primer semestre de 2017. E-mail: jmx_fisio@hotmail.com