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Si bien el abanico de actividades cognitivas es amplio, lo que vemos mucho son actividades que terminan infantilizando al enfermo, especialmente en la etapa inicial de la enfermedad, cuando aún hay lucidez y comprensión de las cuestiones que lo rodean.
El mayor merece respeto no por sus canas ni por su edad, sino por las tareas y compromisos, el trabajo y los sudores del camino ya recorrido en la vida ”. Rabino Yaacov ben Shimon, sabio judío.
La longevidad humana ha ido aumentando en las últimas décadas y avanzando rápidamente. Se considera universal, irreversible, biológico y, como resultado de los hábitos de toda la vida, y también influenciado por factores psicológicos, sociales, económicos, regionales, genéticos, de salud, entre otros.
Por tanto, cuanto más se vive, mayor es la posibilidad de que surjan condiciones de salud que lleven al individuo a la pérdida de autonomía e independencia debido a cambios cognitivos como pérdida de memoria, atención, percepción, lenguaje, incapacidad para realizar actividades básicas de la vida diaria y instrumental, entre otras funciones importantes de nuestro cerebro. Estos cambios cognitivos son, en su mayoría, progresivos y necesitan un seguimiento para promover la calidad de vida el mayor tiempo posible.
El trabajo con pérdidas cognitivas involucra principalmente la estimulación cognitiva, una intervención transdisciplinar que tiene como objetivo estimular las funciones cognitivas con el fin de mantener lo preservado, creando estrategias y optimizando la capacidad cognitiva, buscando mitigar el progreso de la enfermedad, además de promover la socialización, la autogestión. -estima, bienestar, aumento de posibilidades de interacción.
Las actividades deben contemplar las áreas del cerebro que se encuentran comprometidas y para ello, se debe realizar una evaluación con el fin de brindar parámetros de qué es el deterioro cognitivo. Es importante señalar que las actividades para ser efectivas y beneficiosas deben ser placenteras, despertar el interés del paciente, ser divertidas y dejar el estándar lápiz x papel; posiblemente deben estar relacionados con la historia de vida de la persona y, preferiblemente, estar situados de acuerdo con la etapa de la enfermedad y el nivel de educación de la persona.
La diversidad de actividades es enorme y todo se puede adaptar para estimular. Deben ubicarse en el contexto de la actuación de cada especialidad, principalmente, respetando lo privado. El material puede ser el mismo, pero el objetivo debe ser propio de cada zona.
Si bien el abanico de actividades es amplio, lo que vemos mucho son actividades cognitivas que terminan infantilizando al enfermo, sobre todo en la etapa inicial de la enfermedad, cuando aún hay lucidez y comprensión de las cuestiones que lo rodean. Cuando estas personas tienen un alto nivel de educación, la situación se vuelve más compleja, ya que tienden a resistirse a actividades muy simples o cercanas a las actividades ‘infantiles’, lo que las deja extremadamente frustradas.
Por mucho que algunas enfermedades lleven a una persona a una condición muy similar a la de los niños, no son ni deben ser tratadas como tales. Pero diferenciar la fina línea entre infantilización y afecto siempre es muy difícil y estas dimensiones siempre se confunden. ¡Se necesita precaución!
En la elaboración de actividades, siempre debemos tener cuidado de evaluar, en primer lugar, qué le gusta y qué no le gusta hacer a la persona, conocer su historia de vida y, tener creatividad para explorar y crear posibilidades de estimulación que sean efectivas.
Otra preocupación, si no la que más me llama la atención, son las actividades dirigidas a los hombres. Recientemente, visitando a un querido paciente en una institución, le pregunté qué estaba haciendo con las actividades y me respondió que una niña le trajo unos dibujos para que pintara. Le pregunté si le gustaba y puso cara de llanto y tristeza y me dijo: “No, ya sabes, no me gusta, ya no soy un niño”.
Después de este evento, comencé a reflexionar sobre el contexto de las actividades cognitivas y la dimensión que toman en la vida de estas personas. No es solo estimulante, nunca lo fue, es algo más, es ofrecer al otro, posibilidades de estímulos, para facilitar el avance de tu enfermedad, para promover el bienestar, la calidad de vida, la interacción, para sentirte útil, para ser acogido, ser tratado con cariño y respeto.
¿Y qué tiene que ver la psicología con estos temas?
Las actividades cognitivas o de psicoestimulación que lleva a cabo la Psicología, además de contribuir a la estimulación de las funciones cognitivas con el fin de mitigar el avance de la enfermedad, también tienen como objetivo promover el manejo de los aspectos psicológicos, emocionales, conductuales y sociales de la persona, especialmente cuando síntomas como apatía, agresividad, depresión, tristeza, sentimientos de inutilidad, entre otros, se potencian por actividades que, como se mencionó, en una etapa temprana pueden sonar a niños, generando más frustración que favoreciendo la estimulación.
Es necesario prestar atención a este cuidado, no a todos los pacientes masculinos les gustará pintar, dibujar, actividades con lápiz y papel, modelar, etc. Las actividades dirigidas al contexto masculino pueden ser más efectivas. Por tanto, explorar el mundo masculino puede resultar más enriquecedor de lo que crees. Podemos sustituir la pintura de una flor, por ejemplo, con la pintura del símbolo del equipo de fútbol favorito o, por supuesto, el coche que más te guste o que ya tenías; podemos intercambiar el juego de memoria con cosas del supermercado por un juego con una imagen de profesiones; Desarrollar actividades relacionadas con la profesión que esta persona ha tenido a lo largo de su vida o incluso relacionadas con la familia, etc.
Otra buena idea es buscar juguetes antiguos, de la época en que esa persona era un niño y utilizarlos para estimular, despertar recuerdos, interactuar, como Bilboquê, peonza, ferrorama, aviones, coches de la época, etc .; leyendo periódicos o viendo las noticias y hablando y, por qué no, viendo un partido de fútbol. ¿Alguna vez pensaste en recuperar un video de un partido de la época en que esa persona era joven y usarlo como estrategia de estimulación, trabajando en los temas que este recuerdo puede despertar?
No existe una receta perfecta ni estándar, hay que conocer mínimamente a la persona y respetar sus gustos, preferencias y, sobre todo, su dignidad, pudiendo elaborar actividades placenteras para ambos.
Sé que me preguntarán: ¿pero no podemos utilizar las actividades de juego de los niños para estimular a los ancianos? La respuesta es simple … Sí, podemos utilizar actividades en el contexto infantil, que, de hecho, tienen posibilidades muy interesantes, pero que hay que adaptar, lo que no debemos hacer es presentarlas como algo para niños.
No debemos infantilizar a la persona ni a la actividad.
La idea es ofrecer posibilidades con las que esta persona se sienta cómoda. Todo tiene y debe adaptarse al estadio de la enfermedad en que se encuentra la persona y la selección de materiales debe corresponder a su grado de dificultad, ni demasiado fácil ni demasiado difícil.
Y recuerde, nunca se tratará solo de estimular …
Referencias
MANZARO, SCF. Alzheimer: Identificando, Cuidando, Estimulando, – Prácticas y actividades para aplicar en el día a día. 1. ed. São Paulo: Portal Edições Envelhecimento, 2017. 262p.
Más información en: https://edicoes.portaldoenvelhecimento.com.br/cursos/