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Los cuidadores familiares carecen de orientación y apoyo ante la nueva demanda emergente de cuidados para la población muy anciana y dependiente.
La cuido todos los días, fin de semana, sábado, domingo, no hay feriado. No hay día de descanso. No puedo hacer las cosas bien. No hay tiempo para hacer todo, solo puedes cuidarla. ¡¡¡¡No puedes pensar en mí !!!! ”.
La experiencia del día a día con familiares de personas mayores dependientes muestra un conjunto de cambios que se produjeron en sus vidas desde el momento en que asumieron este compromiso. El cuidado es un concepto complejo y multidisciplinario y la dependencia de la vejez frágil interfiere con la interacción social de las personas mayores, generando la necesidad de cuidados familiares (Moraes, 2012).
En mi experiencia profesional con familiares de personas mayores dependientes, encuentro – a partir de diversos informes – que su vida afectiva, su trabajo y sus actividades sociales y de ocio estaban en un segundo plano. Comentan que su salud ha cambiado.
Con el crecimiento de la esperanza de vida en la población brasileña y el aumento de la dependencia de los ancianos, los estudios muestran que las deficiencias del anciano dan lugar a un conjunto de estresores que ejercen presiones específicas sobre la vida del cuidador familiar. Estos estresores están relacionados con los síntomas del anciano, como en la demencia, y cómo este cuidado afecta la vida del cuidador principal familiar (Zarit, 2006).
Según Pearlin y colaboradores (1993), existen dos tipos de estresores, relacionados con los cuidadores familiares. Los estresores primarios, que son subjetivos, dependen de la valoración que haga el cuidador principal de la familia y de cómo se sienta ante la sobrecarga laboral y la privación de relaciones. Los estresores secundarios son de naturaleza intrapsíquica y están relacionados con conflictos familiares, dificultades laborales, problemas económicos y restricciones en su vida social.
Con el avance de la dependencia, los cambios en la vida diaria de las familias son progresivos, especialmente en el curso de vida del cuidador, quien, en muchos casos, se enfrenta a la ausencia de apoyo familiar para un relevo en la asistencia, con fatiga, insomnio, irritabilidad, ansiedad, depresión, agotamiento físico y mental (Pearlin et al., 1993).
En mi labor de orientación a las familias de las personas mayores, desarrollo un “Plan de Atención” que permite una adecuada atención al bienestar de las personas mayores y al cuidador familiar en este momento de agravamiento de la dependencia. Esta intervención permite potenciar la autoestima de este cuidador, que muchas veces se siente infeliz y desarrolla morbilidades y comorbilidades en el binomio cuidador dependiente-anciano y necesita apoyo de los cuidadores secundarios y reparto de responsabilidades con otros familiares.
Las situaciones vividas hoy en el proceso de cuidado revelan, además de la falta de apoyo social, la falta de preparación de las familias, mostrando la importancia de una atención especializada que responda a las acciones de orientación y apoyo familiar a esta nueva demanda emergente de cuidado de la población muy anciana y dependiente.
Referencias
Moraes, EM (2012). Cuidado de la salud del anciano: aspectos conceptuales. Brasilia: Organización Panamericana de la Salud.
Pearlin y col. (1993). Los contextos sociales del estrés, en Handbook of Stress: Teorical and Clinical Aspectos. Nueva York: Free Press, págs. 303-15.
Zarit, S, H. Y Zarit, JM (2006). Trastornos mentales en adultos mayores, 2ª ed. Guilford, Nueva York.