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Ancianos en salud suplementaria

Ancianos en salud suplementaria

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Hoy en día, la población brasileña discute temas relacionados con este cambio demográfico como los cambios en la edad de jubilación, la necesidad de que las ciudades tengan espacios más acogedores para los mayores y adaptados a sus necesidades, el tema de la vivienda y cuidadores o acompañantes de los mayores, entre otros. En comparación con la población, la estructura por edades de los planes de salud es más antigua, especialmente cuando se analizan los planes de seguro de salud individuales.

La Agencia Nacional de Salud Complementaria (ANS) se ha preocupado desde hace algún tiempo por la atención que reciben los ancianos cuando utilizan un plan de salud, también conocido como seguro médico. Esta preocupación no es más que un reflejo tanto del aumento del número de personas mayores en la población como de la falta de profesionales y servicios de salud calificados para la atención de la salud en este grupo de edad.

El proceso de envejecimiento, una etapa natural del proceso de la vida, no es más que una categoría producida / construida socialmente. Cada cultura determina cuando un individuo se considera mayor para realizar ciertas actividades, la transición al estado de “viejo” está ligada a cuestiones de poder. Por tanto, ser viejo en una sociedad determinada en un momento histórico determinado no es una verdad absoluta.

Edgard Morin (1997) señala que el ser humano, rechazando la muerte como la rechaza, rechazándola con todas sus fuerzas, también tiende a rechazar la vejez ya que esta es la fase de la vida que más se acerca al evento rechazado, haciendo de la vejez un peso. Siendo un ser humano marcado por la conciencia de la tragedia de la muerte, intenta inventar mitos para negarla o encontrarla. De ahí la llamada gerontofobia.

Es de destacar que la primera experiencia de la vejez ocurre en el cuerpo. Estos son cambios visibles y, para una sociedad que cultiva la juventud como un ideal de belleza, estos cambios se ven como una decadencia. La vejez se puede sentir como aquí se describe, o no, y debe contextualizarse ligada no solo al tiempo biológico, sino a pensar en el envejecimiento como un proceso multifacético y multideterminado. Hay, por tanto, dos vejeces: una objetiva, demográfica, biológica y otra subjetiva.

Desde un punto de vista demográfico, existe una llamada transición demográfica de la población. La caída de la fecundidad entre las mujeres, combinada con un aumento de la esperanza de vida, ha provocado el envejecimiento de la población. Hoy en día, la población brasileña discute temas relacionados con este cambio demográfico como los cambios en la edad de jubilación, la necesidad de que las ciudades tengan espacios más acogedores para los mayores y adaptados a sus necesidades, el tema de la vivienda y cuidadores o acompañantes de los mayores, entre otros. En comparación con la población, la estructura por edades de los planes de salud es más antigua, especialmente cuando se analizan los planes de seguro de salud individuales.

Además de este envejecimiento de la población, hay una enfermedad o transición epidemiológica paralela. Hoy en día las llamadas enfermedades crónicas no transmisibles (ENT), como la hipertensión arterial, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, son causas importantes de mortalidad en el mundo en su conjunto, incluso reemplazando a las enfermedades infecciosas. Tanto por razones biológicas como socioeconómicas, la mayoría de los ancianos brasileños padecen una o incluso múltiples enfermedades crónicas, que imponen un cambio en la forma de cuidado de estas personas. Existe una relación directa entre el envejecimiento y la enfermedad, pero no siempre ser viejo significa estar enfermo o la enfermedad debe verse como una restricción.

Envejecer también trae desigualdad de género: las personas mayores representan el 55% de la población mayor de 60 años en Brasil; tienen 2,5 veces más probabilidades de ser frágiles y disfuncionales que los hombres; tienen menos salud percibida; más discapacidades; más depresión; enfermedades psiquiátricas más graves; más quejas somáticas y mayor necesidad de ayuda. Debido a que tienen más ENT, las mujeres toman más drogas. Por lo tanto, mientras que los hombres tienen enfermedades más letales, las mujeres se ven más afectadas por enfermedades crónicas discapacitantes. Incluso con estas diferencias, las mujeres ofrecen más ayuda que los hombres, y la mayoría de los cuidadores son ancianos y están enfermos.

De ahí la importancia que otorga ANS al envejecimiento, que se destaca explícitamente como una “urgencia para la salud de la sociedad”.

El sector salud aún tiene un déficit importante de profesionales que conocen el proceso de envejecimiento, lo que hace que las personas mayores no estén cubiertas en sus necesidades. Además de esta ausencia, la ANS cuestiona la propia forma en que se estructura el sector de los seguros de salud, ya que, aunque hubiera profesionales capacitados, no tendrían los servicios adecuados para brindar atención a las personas mayores.

De esto se trata el proyecto “Idoso Bem Care”, lanzado por ANS este semestre y al que ya han postulado varias compañías de seguros de salud. Para poder participar, estas empresas tuvieron que realizar un plan de atención de la salud de las personas mayores que les permita cubrir las necesidades del envejecimiento que hoy ni siquiera son reconocidas. La mayoría de estos planes se centran en la prevención de enfermedades crónico-degenerativas, en la reestructuración de los servicios y en la atención individualizada y más humanizada, afrontando la vejez como una etapa del ciclo de vida, sin prejuicios ni estigmas, sino como un proceso multidimensional.

Referencias
MORIN, E. El hombre y la muerte. Río de Janeiro: Imago, 1997.